sábado, 30 de abril de 2011

Los tres cerditos y la construcción

¿Cómo conseguir que algo tan técnico como la construcción sostenible resulte interesante? Me contaron de una conferencia sobre el tema, pero estaba el reto de conseguir que resultara interesante. Se me ocurrió hablar de los tres cerditos del cuento y éste es el resultado.

Manual de Ciencia 20 de abril de 2011

martes, 26 de abril de 2011

50 años del nacimiento de la NASA

Se trata de uno de los reportajes de los que me siento más orgulloso. Creo que sus dos mejores virtudes son su estructura clara y el acompañamiento musical (para el que recibí asesoramiento de Iñaki Llarena, por supuesto).

Su principal defecto, además de mi habitual mala locución: para la radio comercial, es un poco largo.

Manual de Ciencia
15 de octubre de 2008

sábado, 16 de abril de 2011

Donde se esconde la verdad

“Donde se esconde de verdad” es un cuento que hice con mi sobrina Clara. La idea fue la siguiente: ella me regaló unos 5 cuentos pintados por ella misma, en formato DINA-4. Yo tomé los dibujos, los traté y construí un cuento que imprimí con Hofmann. Del transporte y del pago a Hofmann se encargaron Sus Majestades de Oriente.

Gracias, radiofónicos

A todos los alumnos de Comunicación Radiofónica, muchas gracias.

miércoles, 13 de abril de 2011

Being Malhalla for thirty years

Para los verdaderos Sufas.

Everyday, Mister Sufa and Mister Lapir drunk their midmorning coffee together. Some of the young teachers used their appearance in the library’s cafeteria as a cuckoo clock: they both announced twelve-o-clock. For many decades, from Monday to Friday, Sufa and Lapir had been going down to the cafeteria, had seated and had drunk their coffee on a 15 minutes break. The whole university community thought that the old professors, both in their eighth decade, were such close friends that they didn’t need to talk much. But they were wrong: Mister Sufa and Mister Lapir hadn’t held a conversation for 30 years.

The origin of this enmity traced back to a lost tribe from the Ecuatorial Africa, called “Malhala”. In the early sixties, when Mister Sufa was a young promising Doctor of Sociology, he discovered some clues of a unique tribe in Ecuatorial Guinea, in the region of Kié-Ntem. The Malhallas treated their women as equals and, among them, males and females shared the children education, food collection and village defense. In spite of this rarity in Africa Sociology and their importance for the Marxist School –predominant in those years-, no one had been able to contact them. Mister Sufa took the challenge of investigating them as a personal mission and involved his younger PhD student, Mister Lapir, who agreed to dedicate his doctoral thesis to the lost tribe.

For five years, both, thick as thieves, studied the complex sociology of the Malhalas, gathering the little information that arrived from Africa. In 1965 and 1967 they travelled to Ecuatorial Guinea, but they found twice that the tribe had moved deeper in Africa from their last known village. While they were preparing their third expedition for 1969, Spain recognized the independence of the country and the new dictator, Fernando Macias, promoted the hate for foreigners, especially Spanish. Sufa and Lapir cancelled the travel and decided to spend the stop finishing Lapir’s doctoral thesis. In 1970, Mister Lapir was a new Doctor in Sociology, although some member of his Dissertation Committee argued that “his theory is so brilliant that compensates the weakness of the poor practical application on the Malhalas, who remain almost unknown”.

In 1975, after Franco’s death, travelling to the deep jungle of Guinea was safer, so Sufa and Lapir came back to the field research. The result was a unmitigated disaster: the Malhalla’s had completely disappeared. The only investigation they were able to do was shopping on Bata flea market five bags of pieces of pottery, claimed by the natives as “100% Malhalla’s”. Back in Spain, the sociologists discovered that only three of the hundred pieces could have been artifacts from the egalitarian tribes.

After the travel, Mr. Lapir decided to change his investigation line. The afternoon that he told Mr. Sufa, the shouting could be heard two offices away. The older teacher called him “a traitor” and screamed that he was “one of the biggest disappointments of Modern Sociology”. Two weeks later, the scene of both having their coffee together was a relief for the university staff. Everybody imagined they had reached a commitment, but, actually, Mister Sufa had promised that he wouldn’t talk to Mister Lapir again, although his former pupil tried, again and again, to work things out.

But Lapir didn’t go back on it. He started a new investigation in formal and informal social networks. He became one of the most prestigious scientists in his field so, when Facebook and Twitter arose, he was first on the starting line of the rush of explaining such great phenomena. The evolution of both professors couldn’t be more different: Sufa still dressing his tweed suits, corduroy trousers and horn-rimmed glasses; Lapir changed often his style, always trendy, and he also looked much younger than his friend. Lapir was invited to the most famous conferences and he published in the top journals. Sufa started to investigate how other cultures (Portuguese and English essentially) had met the Mahallas in the last centuries (their discovery had been forgotten). Although he received the recognition of all the scientific community, few of his colleagues read or quoted his articles.

Nevertheless, for thirty years, both shared their coffee in silence everyday. In 2009, Sufa’s secretary (he never learned to use a computer) received an email from an engineer of ExxonMobil. Building an oil pipe in the middle of Gabon, they had found a tribe that matched exactly with the Malhalas. Intrigued, the engineer found Sufa’s research on the Internet. Suddenly, without telling anyone –he wanted to protect the scoop-, the old professor travelled three weeks later to Africa and developed, completely isolated, a one year investigation.

When he came back, he went, arrogantly, straight to Mr Lapir’s office. He opened the door with a big slam. But he found an empty room. After asking to a young student, he discovered that two months after he had left Spain, the old professor had died of an old cancer disease.

The fire alarms of Lapir’s office started to yell one hour later. The old professor was found burning old papers in a bonfire in the middle of his place, tears welled up in his eyes. He only repeated two things: “I could have known” and “But worst of all, when I got there, I found myself describing today’s Spanish society”.

14 de abril de 2011

lunes, 11 de abril de 2011

La letra mandona o por qué una imagen no vale más que mil palabras

Estimados profesores, estimados padres, estimados alumnos.

A vosotros, alumnos, me voy a referir primero... Estáis a punto de dar un paso radical e importante en vuestras vidas. Y no me refiero al hecho de que muchos de vosotros dejaréis pronto vuestras casas para estudiar fuera de esta preciosa ciudad que es A Coruña.

Muchos daréis un gran salto hacia la edad adulta al entrar a la universidad. Se acabó lo de que vuestros padres decidan vuestro futuro, tenéis que empezar a elegir vuestros movimientos. En muchas culturas, este cambio de vida hacia la edad adulta se marcaba con una bautismo de fuego, de agua o, simplemente, con un cambio de nombre. Entre los massai, por ejemplo, además de hacerles vestir cuatro días de mujer, los jóvenes, reciben un nuevo nombre y después del ritual pueden cazar ya con el resto de los guerreros del clan.

Como sabéis muy bien vosotros, profesores, hace muchos años este tránsito se realizaba mucho antes. Tal como se puede apreciar en las aulas universitarias, hoy en día los estudiantes llegan más adolescentes que nunca a los estudios de educación superior. En época de mis padres, cuando uno llegaba a la universidad, era ya un señorito, se comportaba como uno y se le trataba así. Pero esos eran otros tiempos.

Cuando me he planteado esta clase, este discurso, me he preguntado, ¿qué puede decirle un joven periodista –porque lo soy, aunque me veáis viejuno- a unos todavía más jóvenes estudiantes? ¿Qué puede aportar el Periodismo, la comunicación, para ayudaros a orientaros en vuestro nuevo rumbo vital? Por mi juventud, no me atrevo a daros demasiados consejos, sólo quiero compartir algunos descubrimientos que he realizado desde que hace 12 años abandoné este mismo colegio. De hecho para mí se cierra hoy un círculo vital que comenzó con una clase como ésta sobre la Sábana Santa.

Si lo pensamos un poco, quizá sí tenga que algo que contaros por mi profesión. Al fin y al cabo, si miramos a nuestro alrededor, parece que estamos en la época de la Comunicación. Vuestro contexto será el de la nueva comunicación. Vosotros sois nativos digitales, os manejáis con las nuevas tecnologías como yo lo hacía con el bolígrafo y el papel cuando tenía vuestra edad. Vuestro tiempo es aquel en el que algunos dicen que se está produciendo una tercera (o cuarta) revolución industrial, basada en los ordenadores y las redes digitales.

Esto no es nuevo, que conste. Ya a finales de los años 80, cuando vosotros no habíais todavía nacido, algunos investigadores comenzaron hablar de redes telemáticas y el uso de las bases de datos. Algunos quisieron predecir que el mundo iba a cambiar radicalmente y que ni la forma de comunicarnos ni el periodismo iba a permanecer. El boom de la televisión como principal medio de comunicación de masas, mucho tiempo después el auge de la web, y, finalmente, la importancia de plataformas como Youtube del web 2.0 hicieron a muchos predecir que esta revolución estaba basada en la imagen. En los 80 hablar de la semiótica de la imagen, del estudio de la imagen, se puso de moda. Hoy en día algunos hablan de que las nuevas tecnologías han cambiado al hombre, de que la forma de pensar del ser humano ha evolucionado. Uno de los mayores críticos con Internet, Nicholas Carr, ha publicado el siguiente libro.

En este libro se dice que la forma en la que se presenta Internet ante nosotros, como una rápida navegación a través de pequeños textos, fomenta el pensamiento superficial y la falta de reflexión.

¿Es esto cierto? ¿Nos está cambiando Internet la forma de pensar? ¿Si vosotros sois nativos digitales, significa que desconocéis otra forma de pensar que la digital, la del Tuenti, Facebook y la Blackberry? ¿Estamos dominados por la imagen?

Intentemos ver las cosas de forma objetiva.

Primero, una revolución como la actual no es única en la historia. Los medios de comunicación han ido turnándose a lo largo de la historia. La llegada de la radio en los años 20 hizo que muchos predijeran que ya no habría más periódicos, quién necesitaría leer, cuando podía sentarse y escuchar. Tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de la televisión, muchos agoreros dijeron algo parecido: los medios convencionales iban a ser comidos por la caja tonta.

Curiosamente, la llegada de un nuevo medio, como la radio o la televisión, no hace desaparecer a los otros, pero sí provoca que muten radicalmente. Cuando llegó la radio al mundo occidental, los periódicos optaron por el análisis de la realidad, dado que la radio era mucho más rápida en dar las noticias de última hora. Desparecieron de una vez por todas los periódicos de partido, pues nadie quería ya folletos diarios. Cuando llegó la televisión, la radio se volvió más informativa y le dejó todo el entretenimiento a la caja tonta. ¿Cómo ha cambiado la televisión con la llegada de Internet? Son muchas las consecuencias, pero para mí las principales son que la televisión ha respondido digitalizándose (ganando en calidad visual) y aumentando su oferta al máximo, con el objetivo de segmentar las audiencias en función de la oferta. La televisión se ha vuelto multiplataforma, esto es, ya no nos importa dónde la vemos, si el ordenador o en nuestra pantallaza de plasma.

La llegada de un nuevo medio que amenaza nuestra forma de ver el mundo, de comunicarnos no es, por tanto, algo nuevo. El estudioso del siglo 15 Hieronimo Squarciafico dijo sobre la imprenta: “La abundancia de libros hace al hombre menos estudioso”. ¿Puede imaginarse uno cómo sería para un usuario la llegada del libro? Seguro que conocéis todo el siguiente vídeo.

Ayuda al escritorio del libro (en http://www.youtube.com/watch?v=93SgXeu-SeY)

Sigamos con este análisis que estamos realizando del mundo que os ha tocado vivir. Acabos de decir que la revolución en la comunicación no es nueva, el mundo siempre ha estado dando vueltas. Debemos plantearnos, por tanto, qué es lo que permanece ante todo. ¿Qué es lo que hace que comunicarse sea comunicarse, sea el modo que sea?

Voy a ir en contra del pensar general. Os lo voy a decir: la palabra, el lenguaje.

Si algo puedo aportaros en esta media hora de clase, si algo os puedo enseñar, es mostraros a la palabra como vuestra principal defensa contra los bárbaros, contra el desconocimiento, contra el egocentrismo y, sobre todo, contra la violencia. La palabra es vuestra conexión real con la verdad, con la realidad. Así, Sócrates hablaba de un método para conocer la verdad basado en el parto de las ideas con el forceps, el instrumental quirúrgico, del lenguaje.

Me diréis que esto de la palabra suena a viejo y que lo vuestro es Tuenti y vuestra Blackberry. Efectivamente, vivimos en un mundo apantallado, como diría el profesor Lozano Bartolozzi, profesor Emérito de la Universidad de Navarra. Nos encontramos en el mundo de la globoesfera. Las pantallas no sólo están en nuestros comedores y en los bares, están en nuestros bolsillos.

¿En este mundo multipantalla hay hueco para la palabra? ¿Acaso lo que impone la pantalla no es la imagen? ¿Quizá la presencia de pantallas en todo sitios no desplaza a la palabra escrita u oral de nuestra realidad? ¿Se ha hecho verdad aquello de que vale más una imagen que mil palabras? ¿Es la imagen el enemigo de la palabra?

¿Hemos echado a la palabra de nuestro mundo? Hay un relato de Isaac Asimov en la que se cuenta que los hombres ya no saben leer, porque los ordenadores leen por ellos y les traducen a imágenes y a sonido todos los libros. Esto les hace dependientes de ellos y, cómo no, altamente manipulados.

Dejadme desplegar mi respuesta poco a poco. La cuestión no es si hay más pantallas en nuestro mundo, sino qué código, el de la imagen o de la palabra, rige, manda, en ellas. Así, vamos a examinar cómo se relaciona imagen y palabra. Repito la frase, ¿vale una imagen más que mil palabras?

a) El dibujante de Comic Joaquín Salvador Lavado, alias “Quino”, lo tiene claro. Una imagen necesita contexto.

QUINO1 QUINO4

QUINO2 QUINO3

b) A veces nuestra lectura de una imagen, fiada en la apariencia, es engañosa. Les voy a poner tres ejemplos.

01 PLATT Foto Líbano

Esta foto se la debo a buen amigo, Fernando López Pan.

Sobre esta foto se ha escrito la siguiente noticia de agencia:

“Una foto tomada el pasado verano en Beirut consigue el World Press Photo 2006

La instantánea, obra de un estadounidense, muestra las contradicciones de la guerra en Líbano

AGENCIAS - Amsterdam - 09/02/2007

Spencer Platt, un fotógrafo estadounidense de la agencia Getty Images, ha conseguido el World Press Photo 2006 gracias a una instantánea tomada en Líbano en agosto pasado. La foto muestra a unos jóvenes libaneses ricos paseando en un descapotable por un barrio arrasado en el sur de Beirut. Esta fotografía abrió la sección Internacional del resumen del año publicado a finales de diciembre por el suplemento EPS”.

Uno de los miembros del jurado, Michele McNally ha dicho que "no podemos dejar de mirar esta foto. Contiene la complejidad y las contradicciones de la vida, en medio del caos".

Parece todo claro, ¿no? Pero veamos ahora de nuevo la fotografía. ¿Qué vemos en realidad ella?

16 días después de que se publicara esa noticia, el diario El País publicaba un reportaje de Gert Van Langendonck.

La verdadera historia de la foto del año”.

Los protagonistas de la imagen ganadora del World Press Photo cuentan qué pasó ese día

GERT VAN LANGENDONCK 25/02/2007

Había sido un día largo para Spencer Platt, fotógrafo de la agencia Getty. Era alrededor de la una de la tarde del 15 de agosto, el segundo día del alto el fuego que acabó con la guerra de 33 días entre Israel y el grupo chií armado Hezbolá. Mientras decenas de miles de refugiados del sur bloqueaban las carreteras de vuelta a sus casas, muchos otros se dirigían al Dahiye (los suburbios del sur de Beirut controlados por Hezbolá). Algunos querían comprobar si sus casas habían sobrevivido a los bombardeos israelíes; otros, simplemente iban por curiosidad.

"Estaba levantado desde las siete de la mañana, caminando por el Dahiye, e iba a volverme al hotel cuando, de reojo, vi venir un coche rojo", dice Platt. "Disparé cuatro o cinco fotos, pero sólo una era buena. Me gustó porque mostraba otro lado de la guerra: el Beirut estupendo. Nunca me imaginé que era la foto". Platt la envió a su agencia con otras 25 de ese día... y se olvidó del asunto. Meses después, esta imagen fue galardonada con el premio World Press Photo, la mejor del mundo publicada en prensa. ¿Qué había detrás?

Jad Maroun (22 años) y sus hermanas Bissan (29) y Tamara (26) no se sentían tan estupendos aquel día soleado de agosto. Aparte de que son cristianos, todos viven en el Dahiye, que originariamente era un área cristiana. Al comenzar la guerra habían huido de los bombardeos y se habían instalado en el hotel Plaza de Hamra, una parte suní de Beirut. Allí conocieron a Noor Nasser, musulmana, de 21 años, y a Liliane Nacouzi, cristiana, de 22. También eran refugiadas de los suburbios.

"Fíjate bien en la fotografía", dice Bissan Maroun, empleada de banco. "Te aseguro que no lo estamos pasando bien. La mirada en nuestras caras muestra tristeza por lo que le han hecho a nuestro barrio. Ninguno de la foto pertenecemos a la burguesía cristiana".

Seis meses después de que fuera tomada la fotografía, los protagonistas se reunieron en el apartamento del prometido de Bissan. Sólo falta Tamara, la chica rubia de la foto, que está ocupada con los preparativos de su boda. También está Lana el Khali (25 años), que es la dueña del Mini Cooper descapotable. El Khali, que se declara atea, era miembro de Samidoun, una ONG libanesa que ayudó a gente desplazada. En los primeros días de bombardeos ayudó a evacuar gente del Dahiye. Después distribuyó comida y material médico por la zona. El coche naranja le vino muy bien. El 15 de agosto, su novio Jad le pidió que se lo prestara para ir con más gente a comprobar el estado de sus casas.

Jad, que conducía aquel día, admite que tuvo dudas sobre si abrir la capota. "Me preocupaba que la gente se llevara una idea equivocada. Pero hacía calor. Éramos cinco en un coche pequeño y todos queríamos ver bien lo que le había pasado a nuestro barrio".

¿En qué estaban pensando para vestirse con camisetas ajustadas y gafas de sol de diseño en un día como ése? "Pues, somos libaneses", dice Noor. "Nos vestimos así todos los días. Cualquier otro día, nadie se habría fijado en nosotros, ni siquiera en el Dahiye".

¿No os parece ahora que, en realidad, están tristes ante lo que están viendo? ¿Veis como, cambiando el contexto y nuestros prejuicios, cambia la interpretación de la foto?

¿Queréis que os enseñe una segunda foto?

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¿La conocéis?

Se trata de una foto de 1993 en Ayod, en Sudán. La hizo el fotógrafo Kevin Carter y se ha convertido en símbolo del hambre y la miseria en el África negra. El fotógrafo ganó con ella el premio Pulitzer de 1994.

Si conocíais esta foto, seguramente habréis escuchado la historia que le acompaña.

Cuenta la historia que el fotógrafo tomó la imagen de una niña desfallecida por el hambre acosado por un buitre, pero no le ayudó a salvarse y provocó por omisión su muerte. Al volver al mundo civilizado y ganar el premio Pulitzer, recibió enorme críticas por no haber intervenido, por lo que, amargado el arrepentimiento, acabó suicidándose.

Durante años esta explicación, convincente, cerrada y dramática ha acompañado a esta fotografía. La historia tiene casi de todo, incluido un poco de justicia poética...

Pero gran parte de esta historia es mentira.

Es cierto que el fotógrafo tomó la instantánea y que recibió enorme críticas por hacerlo. Un gran periódico norteamericano escribió: “El hombre que ajusta la lente para tomar la mejor fotografía de su sufrimiento es un depredador, otro buitre de la misma escena”.

También es cierto que el fotógrafo, acosado por las críticas, dijo que sí había ahuyentado al buitre (aunque era mentira, como le confesó a una amiga) y explicó que éste era un caso de miles con los que se encontró. No podía llevarse a todos los niños que se encontraba por el camino, pues había llegado en una pequeña avioneta a esa zona del país y no había sitio para nadie más en ella.

Pero, a partir de ahí, el resto, es falso.

    • Primero, el niño no está desfallecido por el hambre. En realidad, estaba defecando. El lugar donde está el niño, tal como atestiguaron por la misma época los periodistas españoles María Arenzana y Luis Davilla, era un lugar empleado para eso, hacer de vientre.
    • Segundo, el buitre no es que no le comiera, sino que estaba más interesado por su Producto Interior Bruto, por así decirlo, que por el infante.
    • Tercero, el bebé sobrevivió hasta los 14 años y murió, esta vez sí, de una fiebres. Lo ha demostrado el periodista Alberto Rojas en el siguiente artículo.

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      Alberto Rojas viajó a Sudán, conoció a los vecinos de Ayod y les enseñó todas las fotografías que tomó Kevin Carter ese día. Para empezar, ellos no tenían ni idea de que esa foto se hubiera hecho famosa. Segundo, pudieron identificar a los protagonistas de las fotos, incluido lo que hasta entonces todo el mundo había tomado por una niña y que, en realidad, era un niño. Y, como se ve en la imagen, encontraron a su padre.

    • Cuarto, Kevin Carter se suicidó, pero no por la pena de Sudán. Fue una persona débil que abusaba de las drogas de forma frecuente. De hecho, antes de tomar la foto ya había intentado suicidarse. Lo que fue la última gota que colmó el vaso no fue la historia de la foto, sino la muerte de un amigo fotógrafo en Sudáfrica, una pelea con su mujer, unas enormes deudas y una depresión.

¿Vamos con una tercera fotografía?

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Esta fotografía fue tomada el 25 de julio de 1976 por la sonda espacial de la Nasa Viking 1 en la región de Cidonia de Marte, 10 grados norte del ecuador del planeta. Muchos vieron en ella la fotografía de una cara. Si uno busca por Internet descubrirá que incluso hay un tipo, Richard C. Hoagland, que explica en Los monumentos de Marte: una ciudad al borde de la eternidad -ojo un libro dedicado al tema- que la cara pertenece a una ciudad creada en Marte.

Pues bien, la cara fue fotografiada más tarde por la sonda Mars Global Surveyor en 1998 y 2001, y por la sonda Mars Odyssey en 2002. ¿Qué descubrieron?

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Lo que parecía una cara, claramente, no lo era tanto. Resulta que el cerebro tiende a reconocer en las figuras, rostros, patrones, en imágenes poco definidas. Lo hacemos todos, sin darnos cuenta. A baja resolución, con la debida iluminación, todos reconocimos una cara donde sólo había un monte.

c) ¿Seguís pensando que una imagen vale más que mil palabras? Hasta ahora hemos descubierto imágenes mal interpretadas, pero fidedignas. Pero no hemos analizado la posibilidad de la mala intención al realzar alguna imagen. Expertos en esto eran los comunistas rusos a las órdenes de Stalin, en las fotografías de su revolución aparecían y desaparecían personajes según el momento. Veamos algunos ejemplos recopilados por el periodista Eduardo Parra.

Periodistas haciendo la pelota, en este caso a Sarkozy.

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Una chapuza al intentar eliminar un cartel publicitario. Hay gente que vio tres veces el partido.

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Otro caso de edición para mejorar la imagen: también los personajes se repiten…

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Manipulación con objetivos políticos. Si queremos impresionar a Occidente, tenemos que mostrar más misiles de los que realmente lanzamos.

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Historias que nunca se produjeron: Zapatero no estuvo escoltado por el partido con el puño el alto, pero juntamos dos fotos para que lo parezca.10_manipulacion_fotoperiodismo_5

Y para esta… No comments.

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d) Podríais decirme, ¿pero y los vídeos? ¿Estos no se pueden manipular? Lo que se mueve, que interactúa, no es tan fácil de cambiar. Os daré la razón, pero no es necesario cambiar la imagen para decir lo contrario que la realidad. Vale con el montaje. Quiero que observéis el número del minuto del siguiente vídeo. ¡Sí, han cogido frases de partes de la conversación distintas!

Ya hemos visto cómo se relacionan imagen y palabra. Parece que la palabra tiene mucho que aportar en la correcta interpretación de la imagen. Lo cierto es que la imagen, para su correcta comprensión, necesita de la palabra. Cuando se analiza un producto audiovisual, se suele marcar un código como el rector, es decir, del que dependen todos los demás. ¿Sabéis cuál es, según los expertos? No lo es la imagen: es el texto del locutor, la palabra que contextualiza, explica, determina, nombra, sitúa, etc.

El mundo que os ha tocado vivir está protagonizado, como os llevo explicando desde hace unos cuantos minutos, por la comunicación. Ya he hablado de la importancia de la palabra y si prevalece sobre la imagen.

Hasta este momento es probable que la mitad de vosotros, o más, esté pensando aquello de Homer Simpson de “me aburro”. Así que volvamos a lo que es gusta Tuenti y hablemos de la palabra. Pero para hablar de Tuenti y de todas las tecnologías hay que retraerse al origen de todas las herramientas.

a) Correo electrónico: el primero, muy experimental, se envío en 1971 (probablemente fue QWERTYUIOP). ¿Qué rige en el correo electrónico? Sí, la palabra.

b) Periódicos on line (1990) ¿En qué se basan? La palabra.

c) Google, un buscador rápido y sencillo (1998). Se basa en las palabras, aunque nos muestre mucho más…

d) Facebook (2004). ¿Qué hacemos cuando comentamos la fotografía de un amigo? ¿Y cuando escribimos en su muro?

e) Youtube (2005). ¿Es una excepción? ¿Qué sentís cuando, bajo la promesa de un vídeo que buscáis, os engañan dándoos gato por liebre? Quizá porque la palabra también rige en este mundo de la imagen. Por supuesto que la imagen es lo más importante en Youtube, pero pierde su sentido si no la palabra no le acompaña (porque no suena la locución, porque llegamos a un vídeo que no es el que buscamos, etc.).

f) Tuenti (2006). Igual que Facebook.

g) Twitter (2006). ¿Puede haber alguna duda?

Entonces, me diréis, oye, ¿son las redes sociales malas o buenas? Os preguntaré entonces: ¿es la radio buena o mala? En los años 90, en Ruanda, una radio, al grito de matad las cucarachas, provocó la matanza a machetazos de miles de enemigos tribales. ¿Es la radio mala por eso? Yo, que soy director de 98.3 Radio, que amo a la radio, creo que no.

No, las redes sociales, Internet, son una herramienta humana más, que puede ser empleada de forma positiva o negativa, como la palabra puede llamar a la muerte del contrario o a su ayuda.

Hace poco el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Rouco Varela, era maltitulado –y maltratado- en los periódicos. Se le acusó de reaccionario y retrógrado, enemigo de las redes sociales.

Pero pocos han leído correctamente sus palabras, nos encontramos con un caso similar al de Dagoberto Valdés. En realidad Rouco Varela dijo algo parecido a lo que acabo de explicar: Internet se ha convertido en un poderosísimo medio de comunicación, con beneficios tan potentes como las revoluciones árabes, donde jóvenes como vosotros han derribado, a base de clics, a gerontocracias. Pero, ojo, señalaba Monseñor las redes sociales no son indiferentes, también pueden emplearse de forma incorrecta y difundir un estilo de vida vacío, superficial, donde el amigo lo es por un clic y no porque nos ayude a ser mejores.

Si ni las redes sociales ni la imagen son los enemigos de la palabra. ¿Cuáles son sus verdaderos antagonistas?

En mi opinión, son tres. Resulta curioso descubrir que, precisamente, la mejor defensa ante estos enemigos es en la palabra en sí y la búsqueda de la verdad con ella.

Primero, el primer enemigo es el subjetivismo, que hace que cada uno tenga su palabra. Si lo conocéis sabréis que el subjetivismo de nuestro tiempo es habitualmente incrédulo y maleducado. En nuestro mundo el subjetivismo no tiene dudas, porque no tiene en cuenta a los demás. Se muestra subjetivo ante todo, excepto ante sí mismo. No deja que se le imponga, pero impone. El subjetivismo nos grita: si no lo veo, no lo creo.

A veces, con el subjetivismo se conecta con un intento de sacar a la palabra de su sitio, colocando a la ciencia como la única fuente de lo fidedigno. Nuestro sistema educativo separa las ciencias y las letras como dos opciones. En el ambiente está una separación entre ambas basada en definir la ciencia, por un lado, lo pragmático, lo fiable, lo real. Por otro lado, las letras, lo poético, lo voluble, lo subjetivo e irreal. Vistas así, ciencias y letras, como ciencia y fe, son incompatibles.

No me queda más opción que definir esta separación como una irracionalidad. Se me ocurren tres razones para rechazar tal separación:

  1. La ciencia es cultura, como la literatura, la poesía o la música. Hay profesores universitarios, en un acto vocal de soberbia vergonzosa, hablan de sus compañeros de ciencias como los cabeza cuadradas y rechazan, por incomprensible, a la ciencia. Si consideramos la ciencia como cultura, tendremos que entender que es tan inculto el que no sabe quién escribió el Quijote como quien desconoce quién fue Isaac Newton. Para ello la ciencia debe hacerse comprensible y es obligación de los científicos mostrar su investigación no sólo a sus colegas de profesión, sino a toda la sociedad, para que ésta comprenda su contribución social.
  2. La historia nos explica qué pasa cuando la ciencia se deshumaniza y el científico se considera ajeno al diálogo, de la palabra. Si se considera la ciencia en sí, ¿por es injusto extraer los ojos a los prisioneros de un campo de exterminio para clasificar los diversos colores de los iris si de todos modos esos pacientes van a morir? Esto defendía Josef Mengele, y es uno de los experimentos que realizó en Auschwitz.
  3. Separar en la educación entre ciencias y letras tiene una consecuencia directa en los estudiantes. Según el experto en educación Sir Ken Robinson, una de las razones de la plaga de lo que se denomina Síndrome de Déficit de Atención es la exclusión de las letras en la educación, la separación entre las enseñanzas útiles y las estéticas, las de la palabra. Los estudiantes desconectan de las clases por que no se les emociona. Son capaces de pasarse 8 horas delante de un juego del ordenador, pero se despistan con una mosca cuando se les pone una ecuación delante.

El segundo enemigo de la palabra, es su perversión, la manipulación del lenguaje, su desconexión con la verdad. Decía Seneca:

“Dondequiera que vieras que la corrupción del lenguaje produce agrado, ten seguridad que allí también las costumbres se han apartado de la rectitud”.

Como cuentan las profesoras del IESE Nuria Chinchilla y Maruja Moragas en el libros “Dueños de nuestro destino”, el premio Nobel Harold Pinter decía:

“Para mantener ese poder es esencial que la gente se mantenga en la ignorancia de la verdad, incluso la verdad de su propia vida [...]. La estratagema más brillante: el lenguaje se emplea de hecho para mantener controlado el pensamiento”.

Quien define las palabras, define la realidad. ¿Alguno conoce la novela 1984? Precisamente no es de los años 80, sino que está publicada a finales de los años 40, por parte de un autor que se llama George Orwell. En él se habla de un mundo donde la imagen prevalece por encima de todo, donde existe un Gran Hermano que vigila a todos los ciudadanos. Es frecuente que la gente conozca esta novela por este término, de Gran Hermano, por el programa de televisión y aquello de “quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza”. Pero no todos saben de ella por el término de neolenguaje. ¿Qué es el neolenguaje?

Es una versión simplificada de lo que se denomina “viejalengua” por la que se eliminan los términos más incómodos. Si libertad ya no se refiere a la capacidad de elegir el bien, sino a hacer cosas dentro del partido, los sujetos no pueden reclamar ninguna libertad que no sea la vida de la del partido.

Tercer y último enemigo de la palabra, la violencia. ¿Conocéis esta imagen?

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Se trata de la salida de Miguel de Unamuno de la Universidad de Salamanca. Allí el, 26 de septiembre de 1936 se produjo su enfrentamiento con Millán Astray, el fundador de la Legión. Se enfrenta la palabra con la violencia. Los de Millán Astray gritan “Viva la muerte” y Unamuno les contesta con un discurso que ha pasado a los anales.

Venceréis, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir, y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”.

O como dijo Juan Pablo II en Cuatro Vientos el 3 de mayo de 2003, “Manteneos lejos de toda forma de nacionalismo exasperado, de racismo y de intolerancia. Testimoniad con vuestra vida que las ideas no se imponen, sino que se proponen”.

La violencia nunca es solución de nada, pues, como la serpiente mitológica de muchas cabezas, en cuanto se le corta una, crecen dos para sustituirla. La censura, la falta de libertad de prensa, impide que la sociedad pueda elegir correctamente. Ojo, que también es violencia la imposición comercial del capital, que pide medios conformistas, poco protestones y asimilados al proyecto industrial. Gracias a Dios, las nuevas tecnologías han hecho cada vez más complicado la censura de la comunicación, como se ha demostrado en las revoluciones del mundo árabe de los últimos meses.

Hoy en día, hay un tipo de violencia que se realiza por diversión, por aburrimiento. Supone el grado máximo de perversión del género humano, que niega la palabra a la víctima sin motivo, como modo de dominio sobre ella.

En resumen, la palabra en nuestro tiempo, por tanto, no está amenazada por una herramienta determinada de comunicación, ni por la imagen que la complementa. Los enemigos de la palabra son más tradicionales de lo que os pensáis y, por ello, más peligrosos para vosotros, que no estáis acostumbrados a las formas del viejo mundo de vuestros padres.

La palabra es lo que os hace plenamente humanos y os diferencia del resto de los animales. El pesimista de Nieztsche decía que “los monos son demasiados buenos para que el hombre pueda descender de ellos”. Y esto es así porque el hombre puede tomar aquello que le hace especial, la palabra, y desvirtuarla, deshumanizarla, y convertirla en una herramienta de consumo.

Ya termino. Lo haré con tres consejos para profesores, padres y estudiantes.

A vosotros, profesores

Os considero colegas y amigos, así que me atrevo a hablaros con franqueza.

Debéis inculcar entre vuestro alumnado este respeto y cuidado de la palabra. No os dejéis manipular por las corrientes del momento y no caigáis en la dicotomía entre alumnos cultos de letras y ricachones de ciencias. Formad ciudadanos de una pieza, cultos y abiertos al mundo.

Y, sobre todo, defended la preeminencia de la palabra sobre el subjetivismo, defended la pureza del lenguaje y erradicad la violencia en las aulas. No permitáis que nadie, nunca, se calle en vuestras clases por miedo. Desterrad de las clases cualquier tipo de violencia, tenéis en vuestras manos el futuro, no lo dejéis marchitar. Creedme, la violencia en un aula debería provocar una reacción de anticuerpos tan intensa que desterrase por siempre aquello de “son cosas de chicos”. Violencia y educación, son radicalmente incompatibles. Dejar que campe la violencia en un colegio como Peñarredonda sería como permitir que el pulgón marchite las plantas del jardín antes de que florezcan.

A vosotros, padres.

No me atrevo a daros consejos, sólo quiero daros mi ayuda y apoyo para guiar a vuestros hijos en esta nueva etapa.

Ayudad a vuestros hijos en la decisión que el caduco sistema educativo les ha obligado a tomar. Si han elegido letras, serán los gobernantes del futuro, debéis animarles a que se formen con seriedad y de forma concienzuda. La palabra es algo tan serio que no se puede dejar en manos de incompetentes. Que conozcan la ciencia como algo importante para su decisión democrática en conciencia.

Si han elegido ciencias, no dejéis que olviden su conexión con el ser humano y la importancia de su formación humanística para ser hombres de provecho. Sin la palabra, ni serán felices, ni serán capaces de responder a los verdaderos problemas de su profesión. No dejéis que sean incompetentes en el uso del lenguaje, lo necesitarán para ser líderes y marcar la diferencia.

Como dijo una vez Ernest Hemingway, aprendemos a hablar en un año, pero tardamos toda una vida en aprender a callarnos.

A vosotros, estudiantes.

Defended la palabra frente a sus verdaderos enemigos. Nunca neguéis la palabra a nadie, pues todo el mundo tiene algo que aportaros.

En mi corta experiencia como profesor sólo hay una cosa que me saca de verdad de quicio, un comentario del alumno que consigue que me enfade de verdad. Es aquello de que “yo no sirvo para esto”. Suelo contestar lo mismo: “no vales para esto porque no vales para nada”. A vuestra edad, sois tan flexibles, abiertos al mundo, que nada se os puede negar. Yo he asumido que no jugaré en el Real Madrid. No digáis que no servís para algo cuando todavía no lo habéis intentado de verdad, con verdadera fuerza.

Muchos os preguntaréis con miedo qué será a partir de ahora de vosotros. Sólo os digo una cosa: triunfaréis los que estéis abiertos al mundo y, sobre todo, al cambio, a la mejora personal. Los que digáis aquello de que “soy lo que soy y no lo puedo cambiar”, estáis abocados al fracaso.

Y para cambiar, para adaptarse, necesitáis respetar la palabra y emplearla para conocer la verdad del mundo que os rodea. Respetar la palabra supone también cuidar su uso elegante y sencillo. Os voy a dar un consejo: no hay nada lo suficientemente complicado para que un estudiante universitario no lo entienda. Cuando no entendáis algo, tras intentar captarlo de verdad, no tenéis la culpa. Sobre la elegancia del lenguaje considero dos principios radicales que se pueden definir en dos frases sencillas:

Primera, “tío si no eres capaz de explicarlo de forma sencilla en 5 minutos, no te empeñes, no serás capaz de hacerlo en 2 horas”.

Segundo, “si algo no lo entiende nadie durante un tiempo, en realidad no merece la pena”. Cuenta Bill Bryson en su libro “Breve Historia de casi todo” que

“Cuando un periodista le preguntó al astrónomo británico sir Arthur Eddington si era verdad que él era una de las tres únicas personas del mundo que podía entender las teorías de la relatividad de Einstein, Eddington lo consideró profundamente durante un momento y contestó: «Estoy intentando pensar quién es la tercera persona»”.

Gracias a Dios muchos explicaron más adelante la Teoría de la Relatividad y casi todo el público puede entenderla. Pero si se hubiese quedado así, en algo inexplicable excepto para los expertos, entre nosotros: no hubiera merecido la pena.

No dejéis que la subjetividad, el egoísmo, os domine, poniendo un velo delante de vuestros ojos. Leed siempre de muchas fuentes para forjaros un criterio propio sobre la realidad. ¡Despertad! Hay más allá de estas cuatro paredes, de vuestro tuenti o vuestro Facebook. Y dejad que meta mi cuña, podéis empezar con conocer algo más del mundo en www.unav.es/98.3.

No cerréis nunca la boca de nadie con la violencia ni dejéis que os la cierren a vosotros. No respondáis con violencia a la violencia. Como decía Sócrates, es mejor sufrir una injusticia que cometerla.

Que dentro de unos años, no puedan decir de vosotros lo que comenta Quino en la siguiente viñeta.

Alquilando ideas

Forjad vuestras ideas, es vuestra obligación moral.

Luchad por vuestros sueños, construir vosotros vuestro propio camino, aunque esto suponga salirse de la autovía de la sociedad.

Sed esponjas, pero decidid que es lo bueno para vosotros

Rechazad al violento siempre y paliativos.

Descubrid quiénes sois viviendo y pensando, juzgando.

Y como dijo alguien muy importante para esta casa: “Soñad y os quedaréis cortos”.

Muchas gracias.

Conferencia pronunciada en acto de becas del Colegio Peñarredonda 9 de abril de 2011